jueves, 5 de julio de 2018

"Hier ist kein Warum"

"Hier ist kein Warum"



Por Claude Lanzmann

Quizá baste con plantear la cuestión del modo más sencillo posible, con preguntar: "¿Por qué asesinaron a los judíos?". Su obscenidad queda desvelada de inmediato. Ciertamente, hay toda una obscenidad absoluta en un proyecto que pretende alcanzar la comprensión.

No comprender fue mi firme decisión durante todos los años de planificación y realización de Shoah: me apoyé en ese rechazo como la única actitud posible, ética y operativa a la vez. Mantener la guardia alta, esas orejeras, esa ceguera fueron para mí la condición vital de su génesis.

Ceguera que ha de entenderse aquí como el modo más puro de la mirada, el único modo de no desviarla de una realidad cegadora de libro: clarividencia incluso. Dirigir sobre el horror una mirada directa exige renunciar a distracciones y escapatorias, comenzando por la primera de ellas, la más falsamente central, la cuestión del porqué, con el infinito séquito de frivolidades académicas o canalladas que no deja de provocar. "Hier ist kein Warum": Primo Levi cuenta que así fue como un guardia de las SS le enseñó la regla de Auschwitz nada más llegar. "Aquí no hay porqués": ley que también vale para quien asume el peso de semejante transmisión; puesto que el acto de transmitir es el único que importa y ninguna inteligibilidad, es decir, ningún saber verdadero, preexiste a la transmisión. La transmisión es el propio saber. La radicalidad no se divide: ningún porqué, pero tampoco respuesta al porqué del rechazo al porqué, so pena de volver a inscribirse en la obscenidad en el momento enunciado (Nouvelle Revue de Pshychanalise, "Le Mal", nº 38, otoño de 1988).


El texto ha sido extraído de La tumba del sublime nadador, una antología de textos traducidos por Gabriel García Santos y José Miguel Parra Ortiz, editada por Confluencias en 2014.

La razón (porque esta cita sí la tiene) es que hoy ha muerto Claude Lanzmann a los 92 años. Una vida larga de periodista en la que destaca Shoah, un documental cuya realidad, como la de lo que documenta, se impone sobre su imposibilidad: cada una en su nivel incomparable, ambas son realidades que deben reconocerse por su mera existencia, no porque resulten comprensibles, hubieran podido ser anticipadas, en resumen, porque tengan un porqué.

No se menciona en la nota de prensa la causa de su muerte. A su edad, morir no precisa un porqué. Ni a su edad ni a ninguna en realidad, porque la muerte es, como la Shoah, incomprensible. Respetemos su initeligibilidad.


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