miércoles, 22 de abril de 2015

"Nada": Laforet-Neville

Por José María Ruiz del Álamo

Nutrir a la narración de narración es un ejercicio que lleva a bien el cine, pues la escritura viene a conjugarse en escritura cinematográfica, de ahí que la adaptación sea, en esencia, una traducción: guión adaptado. Sí, el adjetivo de la literatura trasmuta al nominativo del cine.

La conexión novela-película es bien fecunda. Cómo no recordar el Viaje a la Luna, de Mèliés (donde es fantástica la hilaridad) frente al original manuscrito de Julio Verne (donde marca la seriedad): una libre adaptación con el espíritu de la novela. Tamaña fecundidad ha llevado a la clásica pregunta: ¿es mejor la novela o la película? Luego surgen los lectores que no quieren ver la película, los espectadores que no quieren leer el libro y los productores que compran un libro (generalmente de éxito) y lo adaptan al cine porque piensan que, si lo ha leído mucha gente, será mucha gente la que vaya a ver la película (Cincuenta sombras de Grey), así como los lectores y espectadores que ni quieren leer el libro ni ver la película (Cincuenta sombras de Grey)… Y si bien se puede hacer una reseña de un libro, ¿se podría hacer una crítica de una película sin haber leído el libro? Afirmativa es mi respuesta, pues novela y cine vienen predeterminados por dos lenguajes diferentes, mas el juego comparativo novela-película resulta estimulante.

El pasado 9 de abril acudí a Filmoteca Española para ver, en el ciclo que dedicó al director, la película Nada (1947), de Edgar Neville, película basada en la novela homónima de Carmen Laforet (Premio Nadal, 1944), y la una me llevó a la otra. Más cuando leí que habían cortado 30 minutos de la película, así el montaje original conllevaba una duración de 110 minutos y la película que vi solo alcanzó los 80 minutos. No fueron cortes de censura, fue la distribuidora (Cifesa) quien ocasionó esa amputación, llevando su fecha de estreno a abril de 1949…

Elucubrando se puede decir que se secuestró la película para chantajear al director (si no cortas metraje, no se estrena). Elucubrando se divisa el sufrimiento interior del director, más cuando el guión viene firmado por Conchita Montes (compañera sentimental de Neville), más cuando Conchita Montes encarnaba a la protagonista… Un personaje lleno de vida, un personaje femenino que insuflaba realidad frente a los personajes femeninos protagonistas de aquellos años, atrapados bien en la deriva histórica (Reina Santa, Locura de amor, La princesa de los Ursinos), bien en la deriva folclórica (La Dolores, La Lola se va a los puertos, Embrujo), bien en la regionalista (Malvaloca, La tonta del bote)…


Sí, Nada hablaba del hoy español sin transparencias, y aunque Conchita Montes contaba treinta años no se apeó de encarnar a una joven universitaria de dieciocho que llega a Barcelona, con “curiosa expectación” y la fuerza de la juventud, buscando la libertad que proporciona la enseñanza (matriculada en la Universidad de Filosofía y Letras, la facultad del libre pensamiento). Era un aire hacia la juventud femenina independiente. He aquí el primer gran caudal a contracorriente que fluía de la novela.

Y ante ello brota la represión asfixiante de la familia, una familia venida a menos y carcomida en el odio, un hogar siniestro y claustrofóbico, una penumbra de hambruna, locura y malos tratos. He aquí el eje central sobre el que se mantienen los 80 minutos de la película, mostrándonos una historia de la escalera sin tragaluz. Es decir, estamos ante una mirada realista de la posguerra, hecho que no se había dado en el cine español. Este no es un cine triunfalista ni luminoso.

La película vive dentro de la familia, para quien “Barcelona es un infierno (…). Aquí vive gente aglomerada, en acecho unos contra otros. Toda prudencia es poca, pues el diablo reviste tentadoras formas”. Apenas tiene aire en las escenas de Universidad, apenas una panorámica de la ciudad, apenas un café, mas cuando incide en la calle nos muestra el barrio chino con las prostitutas en la acera y un cafetín de mala nota. De ahí que el único personaje con entidad, fuera de la familia, sea Ena, compañera de Universidad de la protagonista (Andrea), ya que Ena será clave para el desenlace.

La película dibuja oscuridad, quizá la luz estuviera en esa media hora amputada, ese contraste que viene a mostrar la independencia de Andrea, la vida bohemia del artisteo (Fernando Fernán-Gómez encarnaba a uno de estos jóvenes artistas) y el ambiente familiar de las clases superiores (ese juego de contraposición que la novela bien desarrolla). La luz aparece en la película en la escena final (no cabe narrar la escena final, solo queda apuntada).

Carmen Laforet forja una literatura sin censura, aparentemente. Narra el machismo de la sociedad (“no creía en la inteligencia femenina”), desvela la impunidad de los malos tratos hacia la mujer, apunta la castración moral del Régimen y dibuja la hambruna de una sociedad. Laforet, desde su juventud (firma el libro a la edad de veintitrés años), vislumbra el pálpito de las entrañas. Denominada novela existencialista, denominada novela tremendista, no denominada novela feminista, no denominada novela de aprendizaje…

Edgar Neville-Conchita Montes ven cómo su trabajo de adaptación es cercenado, por ello no me siento capacitado para dar crítica a tamaña labor de adaptación, de ahí que me placiera ver la película para confrontarla (por ausencias) con la lectura del libro. Un libro clásico en la literatura española del siglo XX y que es lectura obligatoria en la enseñanza secundaria.

Carmen Laforet-Conchita Montes vieron la luz que transmitía el personaje de Andrea, juntas encarnaron a esa independiente mujer universitaria, esa niña que vivió la Guerra Civil y hoy despierta con una voz libre de pecado.

Carmen Laforet-Edgar Neville ajustan su trabajo a una turbadora narración, desencadenan un pesimismo y provocan una lluvia de hiel.

Carmen Laforet-Conchita Montes-Edgar Neville conceden categoría de adulto al lector/espectador español y abren puertas a esa nueva mirada que trae la juventud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario