Por J. Teresa Padilla
Ya os hablé en otra entrada de La vida en su tinta, ese proyecto descabellado en el que unos tenemos más fe que otros, pero en el que todos los que finalmente nos hemos involucrado hemos decidido poner toda la carne en el asador. Porque, más que descabellado, el proyecto es quijotesco: salir al mundo decididos a ser quienes queremos ser. Sobre todo porque la alternativa es ser lo que otros nos dicen que somos y, aunque hay de todo, no se nos suele hacer justicia. En realidad, lo mismo da que unos tiremos más para Quijotes y otros para Sanchos. Al final, los dos cabalgan juntos y la historia demuestra que, en ocasiones, son los Sanchos los que tienen que terminar recordando a los Alonsos Quijanos quiénes verdaderamente son.
En aquella reunión inaugural, por así decirlo, allá por el mes de enero, acordamos ir escribiendo una biografía por nuestra cuenta que sirviera de prueba documental de nuestras capacidades. Esperanza se lanzó a iniciarla y, aunque en principio los demás debíamos continuarla, nadie se atrevió en la reunión de febrero a cogerle el relevo: aquél era el inicio de una biografía novelada y la presentación de un personaje que sólo su creadora podía desarrollar. Así que dejamos a Covadonga, que tal era la protagonista, en manos de Esperanza y decidimos escribir cada uno un determinado número de páginas de nuestro propio relato biográfico, real o ficticio. Éstos eran los deberes que teníamos que llevar hechos a la reunión de marzo, y así fue, que entre las cosas que somos se encuentra, sin lugar a dudas, ser personas de fiar. El de Juana podría denominarse una biografía epistolar, pues la vida de su protagonista se va revelando a través de la correspondencia que mantiene con un amigo de juventud. Marisa, como Esperanza, se decantó por la novelada y nos presentó a un personaje femenino perfectamente creíble del que nos quedamos con las ganas de saber más. Yo me decidí por las memorias, aprovechando así esta ocasión para rehacer las que mi padre me dejó apuntadas. José, por su parte, y como suele ser habitual en él, nos sorprendió con un género biográfico de su propia creación al que todavía no hemos puesto un nombre definitivo, aunque se propusieron varios adjetivos: esperpéntica, experimental, alternativa, surrealista… Ni lo intentéis, que no vais a poder haceros una idea aproximada.
No sé si de La vida en su tinta saldrá lo que pretendemos que salga. Tengo que reconocer que pertenezco al grupo de los Sanchos y que a veces dudo de la cordura de mi señor. En este caso, señoras, pues son Esperanza y, sobre todo, Juana, las que me llevan con su fe a poner en cuestión mi propia percepción de la realidad y concebir la posibilidad de ser yo la que sufra un posible encantamiento. Sí, reconozco que dudo. Pero después de leer los textos de mis compañeros (pues haciendo honor a nuestro título de “redactores-correctores” todos nos revisamos a todos), lo que me parece más increíble y absurdo es nuestra propia realidad actual. Si es posible que, haciendo lo que somos capaces de hacer y haciéndolo como lo hacemos, estemos donde estamos, mucho más posible y hasta razonable es el éxito de La vida en su tinta. Sea como lo que en principio pretende ser (un servicio de redacción biográfica para particulares), sea como otra cosa (una plataforma de autoedición y distribución, por ejemplo).
En cualquier caso, el pasado miércoles dejamos nuestro rinconcito y nuestros botellines de cerveza vacíos con nuevos deberes: continuar nuestros proyectos y redactar una pequeña muestra del resto de los géneros biográficos todavía no cubiertos (a mí me tocó un anecdotario) con el fin de mostrar a los posibles clientes las diferentes posibilidades que ofrece el relato biográfico; estrategias para buscar a estos potenciales clientes; ideas para mejorar el propio sitio web y difundirlo… Y una nueva cita, para el día 8 del mes que viene. Aún no sabemos si en este rincón público que hemos encontrado con wifi y en el que podemos hacer trampas y acompañar la cerveza o el vino (ya ves, Esperanza, que no te olvido) con algún aperitivo sólido introducido de extranjis, o en la terraza de Juana, que tiene plantas y promete unas fotos estupendas.
No. No nos rendimos. Aquí seguimos, quitándonos unos a otros las telarañas y convenciéndonos de que tenemos razones de sobra para confiar en nosotros mismos. A ver si en la próxima cita estamos realmente todos (nos faltó Íñigo) y conseguimos, por fin, una foto de equipo como Dios manda para la página de La vida en su tinta. A ver si, entretanto, hemos tenido suerte y tenemos que compaginar este proyecto con otros trabajos remunerados. A ver si nos vemos. Sí, si nos seguimos viendo.
Os deseo mucha suerte en vuestra andadura, y yo creo que sí, que seguro que lo que se pretende que salga, saldrá de "La vida en su salsa". Cuando algo se hace con ilusión, tiene ya al menos el cincuenta por ciento de posibilidades de salir adelante. ¡Ánimo y a por todas!
ResponderEliminarGracias por los ánimos, Rodima. A lo mejor tendríamos que haber llamado al proyecto como tú lo rebautizas, que, cuando a Google le pones a buscar La vida en su tinta, no para de ofrecerte recetas de calamares en su tinta. Perdona la broma, como irás viendo si sigues este blog y me lees, tengo varias personalidades y una es bastante gamberra y tendente a las bromas pesadas. Muchos besos. ¡Y sigue por aquí!
EliminarCada vez que leo alguna entrada tuya en estos ‘Diarios’, siento una especie de aguijón (un “¡Aprende!”) y de un salto me pongo a escribir, sacudiéndome así la inicial vagancia a teclear palabras. No me canso de decirte lo prolífica que eres; incluso (como soy muy mala) en algún momento he pensado que tendrías escritos acumulados en el fondo de algún cajón, que vas aireando en el blog. Pero no, la última entrada es una crónica de hechos recientes, fresca; y seguro que ya estás terminando el libro que vas a reseñar antes de que finalice la semana. Para mí quisiera esa agilidad de pluma.
ResponderEliminarMuy acertado el silogismo del tercer párrafo, línea 8. Todo es posible, pero yo me inclino más por el cumplimiento de pequeñas metas (ya llevamos dos), que en mirar a lo lejos.
Ya sabes, Juana, cómo somos los Sanchos, que no paramos de hablar, y como no encuentro fácilmente quien me escuche, pues luego me pasa lo que pasa... Sí, ya hay reseña, que esta semana, sin que sirva de precedente y gracias a las aportaciones de Jose y Marisa, he ido adelantando trabajo. Ya sabes, la agilidad se consigue escribiendo, así que... Besos
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