lunes, 23 de marzo de 2015

Sobre ser de Madrid o parecerlo

Por Marisa Díez

 En este blog no se discute de política. Es una consigna que respetamos a rajatabla. Lo hacemos como un mecanismo de defensa para mantener lo más intacta posible nuestra salud mental, ya de por sí bastante deteriorada por las circunstancias extremas que estamos atravesando en el terreno laboral. No escribimos de política, por mucho que a diario una multitud de titulares nos pudieran despertar infinitas ideas para disertar sobre la capacidad de aquellos que se dedican a esto de la cosa pública. No hablamos de ladrones, ni de oportunistas o demagogos que cada día nos bombardean con sus mensajes a través de los medios de comunicación. Pero a veces escuchas algún comentario que te produce tal sonrojo, que sales corriendo en busca de tu ordenador para teclear cuatro palabras en las que descargar tu enfado o estupefacción ante lo que acabas de escuchar o leer.

Algo de esto ha debido de pasarme hoy cuando, en mi paseo por la prensa diaria, me he topado con un titular que decía algo así como: “Yo voy a ser la alcaldesa de España”. Alucinada me he quedado, no por la afirmación en sí, ya que se trataba supuestamente de un simple lapsus, sino porque, intentando ir más allá de lo que una expresión como aquella quería decir, me he puesto a pensar sobre el sentido de la frase. O sea, que el gobierno de España ya no va a existir, será todo un gran ayuntamiento, con lo cual acabaremos de una vez, y por las bravas, con el peligro de tanto nacionalismo que nos ataca por varios frentes. Peligro según ellos y según quien lo exprese. Pero yo, que por una cuestión de casualidad temporal, y por supuesto no elegida, soy madrileña, ahora, y de una tacada, me voy a liberar de los prejuicios que me han asaltado siempre por haber nacido en la capital de eso que llaman España.

Yo soy de Madrid porque mi madre me parió aquí; está claro que no tuve ningún poder de decisión en aquel acontecimiento, algo, por otra parte, absolutamente circunstancial. Por eso nunca he entendido los nacionalismos, luchar y defender a ultranza algo que ni siquiera has elegido, sino que te ha venido dado desde fuera. Yo protejo, por ejemplo, a mi familia, aunque tampoco la he escogido, pero está situada en otro orden y nivel en absoluto comparable. O defiendo a mis amigos, que esos sí forman parte de mi vida porque así lo he querido. O mi casa, que es mía y mi esfuerzo me costó hacerme con ella sin arruinarme más de lo imprescindible. O, en fin, mis discos, mis libros, mis fotos o incluso mis recuerdos, aunque no sean tangibles. Pero, ¿defender un territorio como algo personal? Y mira que he tratado siempre de justificarme o casi pedir perdón por haber nacido en Madrid, para superar el recelo que despertamos los del foro cuando tenemos que identificarnos en cualquier lugar al que viajamos. Los madrileños nos pasamos la vida intentando pasar desapercibidos o quitándonos la presión que nos produce haber nacido en el centro político del Estado, sin haberlo elegido ni sentirnos mayoritariamente orgullosos de serlo.

Foto: Nacho Gil (Callejeando Madrid)
Yo soy gata y me gusta mi ciudad, con sus muchos pros y sus bastantes contras. Asumo como propio el desapego histórico que hemos sentido siempre por ella. Los madrileños somos de aquí porque aquí vivimos, como todos los que habitan esta gran urbe. Pero es que igual de madrileña que yo es mi vecina del segundo, que nació en Ecuador. O mi amiga que nació en Galicia. O la de Segovia. Y por supuesto, mi madre, gracias a la cual llevo dentro mi sangre soriana.

Yo soy de Madriz y por eso no sé pronunciar su d final, ni he sido nunca capaz de aclararme sobre ese martirio de la lengua castellana que se llama leísmo, o laísmo, no lo sé bien. Por eso me cuesta enlazar la s final de una palabra con el comienzo de la siguiente, dando lugar a ese sonido tan espeluznante, tipo eggque, del que no hemos sido conscientes hasta que nos lo han descrito hasta la caricatura.

Porque soy de Madrid, no me importa nada de dónde venga aquel que se sienta a mi lado en el metro; a lo sumo me puede producir curiosidad y poco más. Por eso no me gusta que, en mi nombre o el de mis paisanos, utilicen mi ciudad para seguir abanderando ese centralismo contra el que tanto hemos luchado. Yo soy de Madriz, y que me dejen en paz con sus consignas y sus luchas de poder. Me da igual que el ayuntamiento esté en Cibeles o en la plaza de la Villa. Lo que quiero es dejar de escuchar esa frasecita tantas veces repetida cuando sales de sus límites, tipo “de Madrid tenías que ser…” Que levante el dedo el madrileño que, alguna vez en su vida, no haya tenido que lidiar con un comentario similar. Yo soy de Madrid y me aguanto. O me alegro, según el día. De aquí, de Madriz. Y punto.


5 comentarios:

  1. Sí, Madrid puede ser de todos y no es de nadie. Ese, creo yo, es su encanto. Me he acordado cuando te leía de algo que comentaba con Pedro y de lo que nos reíamos mucho. El es murciano y, cuando vivía allí y trabajaba en la hostelería, comentaba con sus paisanos lo cansinos que eran los madrileños, que empezaban casi cualquier frase con un "pues en Madrid...". Terminó mudándose a Madrid por motivos de trabajo y cuando volvía a su pueblo se descubría diciendo lo mismo. La mayoría de los madrileños parece que aborrecemos nuestra ciudad y estamos deseando volver a nuestros lugares de origen o al de nuestros padres o a cualquier otro sitio que hayamos adoptado, pero una vez allí no podemos sino echarla de menos. Por eso, "porque en Madrid...".

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  2. Los madrileños nunca hemos sido conscientes de la cantidad de tópicos que hemos alimentado. Yo creo que porque no nos sentimos con una identidad propia. No nos reconocemos en esos rasgos que nos identifican desde fuera. El madrileño se traslada con su ciudad vaya donde vaya y no se da cuenta. Una vez leí un artículo buenísimo sobre la idiosincrasia madrileña, en el que decía que si a un madrileño, fuera de su ciudad, le preguntan de dónde es, aunque esté en la Conchinchina contestará invariablemente, "yo, de aquí, de Madrid".

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  3. Qué entrada más chula.
    Da para mucho el tema; como la extraña idea de que en Madrid no se habla con acento, y en el resto del orbe hispánico, sí. Sobre todo en Burgos y en Salamanca; un acentazo que vamos, se nota a la legua.
    Llevo doce años en Granada, y cuando digo "aquí", casi siempre, todavía, me refiero a Madrid.

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  4. Gracias por tu comentario, PFG. Y sí, por supuesto que el tema da para mucho. Lo del acento ya es una cuestión aparte. Todavía hoy escucho aquello de que "en Madrid no tenemos acento", dicho, por supuesto, por un madrileño. La primera vez que fui consciente del mío fue en un viaje a Gernika, en Vizcaya, cuando un amigo, con su inconfundible acento vasco, se puso a imitarme hablando como yo. No se me olvidará nunca.

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  5. Supongo que por allí por Sacramento no se te habrá escapado nunca aquello de "aquí" hablando de Madrid. Igual es una leyenda urbana, pero yo confieso que a mí me ha pasado a kilómetros y kilómetros de distancia.

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