Ciclo: Julio Diamante.
Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (Calle Zurbano, 3).
A partir del lunes 16 a las 19 horas. Entrada libre (con invitación -máximo dos por persona- que puede recogerse a las 10 o las 17 horas el mismo día de la proyección).
Foto: Frikifilms |
Por José María Ruiz del Álamo
El compromiso con el cine, el compromiso con la vida, es la base sobre la que se asienta Julio Diamante. Diamante vive en la libertad de la cultura, lo cual es toda una subversión para la cúpula dirigente, ya en tiempos de dictadura, ya en tiempos de…
A partir del día 16 de marzo, la Academia de Cine rinde homenaje a Julio Diamante con la proyección de cinco largometrajes y tres cortometrajes. Un ciclo que viene a mostrarnos una personalidad no bien conocida por el público español, si bien estamos ante uno de los mayores cineastas con que cuenta hoy la cultura española.
A su amor por el cine cabe añadir su pasión hacia el jazz y el flamenco: ya en 1952-53 fue un pionero al introducir en RNE un programa sobre la música afroamericana. Formó parte de las celebérrimas Conversaciones de Salamanca, creó el Congreso Universitario de Escritores Jóvenes y fue expulsado de la Escuela de Cinematografía tras ser detenido y enviado a la cárcel de Carabanchel en 1956 (unos cuantos años después fue readmitido).
El cine de Diamante viene a mirar a la ciudadanía, a los avatares que nos formulan cómo sobrellevar la vida. Esa mirada nítida al español medio provoca no poco encono en la jerarquía, agravado éste ante las buenas críticas que reciben sus películas.
Diamante sabe de qué está hecho el percal del sistema político que regenta España y por ello busca caminar sobre la cuerda floja. Así tomó una novela de un literato bien considerado por el régimen (Wenceslao Fernández Flórez), mas dándole una lectura muy libre. El libro es una colección de anécdotas sin mayor trascendencia, claro que la escritura de Diamante inventa un personaje y le hace protagonista: un hombre anciano que ha vivido la Gran Guerra del 14 y, naturalmente, la Guerra Civil del 36, de ahí el desaliento amargado que denota al pronunciar “luego vino esa guerra aún peor”. Ubicada en la España neutral del año 14, venía a tratar las disputas entre los francófilos y los germanófilos, pues Los que no fuimos a la guerra (1962), que así se titula la película, es una mirada impertinente a los desastres de la guerra. La impertinencia estaba llena de crítica y eso sí que soliviantó; tanto que le aplicaron cortes de censura a troche y moche, tantos que, entre ellos, le hicieron cambiar el título, llegándose a estrenar, a sugerencia del propio Diamante, como Cuando estalló la paz, que, bien mirado, es un título bastante más incisivo, dado que se iban a cumplir los “25 años de paz”. Pese a todo, la película estuvo congelada por la censura durante más de tres años.
La copia que hoy podemos ver de Los que no fuimos a la guerra (o Cuando estalló la paz) se la debemos a una labor detectivesca del propio Julio Diamante, que inició una búsqueda de aquellas escenas y secuencias cortadas y a partir de esa localización vino a hacer un remontaje que hoy es pieza codiciada de filmotecas. Ya se dice que el cine es un arma cuando se lleva a cabo con libertad. A Julio le cercenaron esa libertad.
No se plegó, no. Alzó el vuelo y vino a describir la realidad en su siguiente película: Tiempo de amor (1964). El amor como esencia de vida; mas, si no hay libertad, el amor resulta difícil. Diamante retomaba la lectura del neorrealismo para ubicarnos en la cotidianidad de los personajes y de esas situaciones del todo punto reconocibles. La película se dividía en tres sketchs. El primero muestra cómo una relación sentimental muy larga no puede mantenerse sin su lógica y paralela dimensión física: un noviazgo casto resulta imposible. El segundo narra la ilusión de las chicas jóvenes por hacer una buena boda: es una historia de seducción. El tercero dibuja la subsistencia y supervivencia de las pobres personas. La gran baza de la película es cómo plantea el amor, ya que lo define con una crudeza impensable para aquellos años: sexo fuera del matrimonio, un intento de violación y la desavenencia conyugal. Algo impensable en la “feliz” España de Franco.
La tesitura social también se manifiesta en El arte de vivir (1965), en la que asistimos a la modificación del pensamiento, a cómo las personas han de ir renunciando para integrarse en la vida, a cómo la sociedad absorbe al individuo de modo que va abandonando su voluntad de lucha a la par que va consiguiendo cierta estabilidad social. Es el proceso de transformación de un hombre en otro. Cabe reseñar la mirada que lanza a la situación de la mujer en la España de aquellos años. Diamante transmite pulso narrativo. Estamos ante un cine tremendamente político, tremendamente comprometido.
Un compromiso que no ha abandonado, como bien se puede ver en La memoria rebelde (2012), un documental que hace patente la fuerza que supone no olvidar, más cuando la historia se ha escrito tergiversada por la mano de los golpistas vencedores. A través de una reflexión oral transmitida por diferentes personalidades, recorremos la República del 31, la Guerra Civil, el franquismo y la democracia. La película busca un conocimiento de ese largo y esencial período de la vida en España.
El cine de Julio Diamante nos invita a debatir, a reflexionar. No es un cine complaciente. Es un cine culto y adulto. Merece mucho la pena acudir a la Academia de Cine para contemplar una de las páginas más notables del cine español.
Muy interesante se presenta la filmografía de Julio Diamante. No conozco nada de él, intentaré ver todas las películas que se proyecten en la Academia de Cine a partir del lunes. Gracias.
ResponderEliminarCabe llevar a cabo un análisis más profundo, aunque como aperitivo no está nada mal este artículo, y no está nada mal empezar a dar a conocer la obra de Julio Diamante, un pilar del nuevo cine español de aquellos años 60. Un desconocido que bien cabe conocer.
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